viernes, 8 de agosto de 2008

Willy Fogg

Pues si Willy Fogg. En las últimas cuatro noches he dormido en cuatro lugares diferentes. Las siguiente líneas pretenden ser un pequeño recorrido por las últimas horas. Como sabéis hace tres noches dormí en Resistencia, hace dos en el autobús que me llevaba a Paraguay, y ahí me quedé. Continuaré desde ahí.
Una vez que conocí en profundidad Caacupé (hay que tener en cuenta que es pequeñita), me dirigí a la salida del pueblo por donde pasaba un omnibus que me llevaba a Katueté, previo paso por la Ciudad del Este. Contacté con un señor que se dedicaba a informar del paso de los autobuses y me comentó que faltaba una media hora para que pasara uno. El precio era de 60000 guaraníes (unos 12 euros). La distancia hasta el destino era de unos 700 kilómetros. No estaba mal el precio (en principio). Mi sorpresa llegó cuando me subí al bus. En ese momento empecé a conocer con más profundidad el tema del transporte en algunos países de Sudamérica.
El bus estaba lleno. Yo pensaba que al comprar mi pasaje, como en España y otros muchos países, te da derecho a un asiento. Gran error. Rápidamente vi que eramos cuatro de pie, así que ni siquiera pregunté y me limité a observar durante unos minutos.
Posteriormente le pregunté a una chavala que estaba como yo y me comentó que mientras no hubiera asiento libre teníamos que seguir así. Me llevé dos horas, del total de siete que duró el viaje, de pie. No estaba mal teniendo en cuanta la nochecita que llevaba en el cuerpo. En algunos momentos incluso eché una sistecilla a duerme velas.
Afortunadamente tras ese tiempo, y coincidiendo con una localidad importante bajaron unos pocos y me pude sentar para mi regocijo (y de mi rodilla).
Durante el viaje muchísimas anécdotas, no paran de subir personas que te ofrecen chipa y otros productos para poder comer. Y eso hice yo en un par de ocasiones.
Otra de las anécdotas a resaltar es que a la llegada a Ciudad del Este pude comprobar el grado de corrupción cuando el bus paró en el arcen de una carretera y por el lateral comenzó a subir, una camioneta que paró junto a nosotros, cantidad de fardos de algo pero que era ilegal seguro porque lo hicieron a gran velocidad, por una ventanilla trasera. Los pocos que por ese momento estábamos subidos mirábamos extrañados. Evidentemente nadie dijo nada. Pero ilegal era seguro, no había que ser muy tonto para darse cuenta.
Bueno,pues después de siete horas desde Caacupé llegué, medio muerto de cansancio, a Katueté. Allí me esperaban una hermana teresiana y Elena, nuestra voluntaria allí que pasará seis semanas viviendo con una familia local.
La verdad es que llegué de noche por lo que no pude hacerme una idea de lo que era aquello. Lo único que pude ver es una impresionante tormenta con un aparato eléctrico espectacular. Ya empecé a darme cuenta de lo que es el clima subtropical. Aparecen tormentas de la nada y descargan con una fuerza increíble. El sonido de sus truenos era impresionante. Temblaba el suelo. ¡Qué guay, la naturaleza dejando claro que es ella la que manda en el fondo!



Os voy enseñando fotos del lugar empezando por la pieza donde estoy durmiendo. Concretamente es una pequeña cabañita situada junto a la casa de las teresianas. La verdad es que después de los sitios donde he dormido me parece el paraíso, y lo es. El señor que aparece es el que hace el mantenimiento del colegio. Vive, junto con su familia, en la casa donde duerme Elena.
Katueté es un lugar bellísimo, así como todo el Paraguay. Vaya país bonito. Me encanta, quitando las ciudades claro. Tiene unos paisajes increíbles. De película. El recorrido en autobús me permitió ver bastante territorio de un país pobre pobre. Llevo poco tiempo en el país pero ya te vas dando cuanta de cómo vive la gente y de las necesidades que sufren.

Me cuentan que le tienen mucho miedo a los granizos que caen por aquí, que en estos días parece que son frecuentes, porque rompe y daña los tejados de sus casas que son de chapa. Y verdaderamente hace unos agujeros increíbles.
Como veis en esta foto las construcciones son sencillas, siempre y cuando sean paraguayos, porque al estar este lugar muy cerca de la frontera con el Brasil son muchos los brasileros que se vienen a vivir y montar negocios aquí y se construyen casas mucho mejores. Alternan, por tanto, ambos tipos de construcciones.

Vemos también el color tan rojizo de la tierra. Paraguay es muy famosa por la tierra roja. Es un color precioso que en contraste con el verde crea estampas muy bellas. Se observan los grandes charcos que formó la tormenta de la noche.

Los paisajes son muy bonitos y variados. Podemos encontrar gran variedad de árboles frutales, así como palmeras. La verdad es que en muchos momentos me parece como si estuviera andando por películas americanas sobre la guerra del Vietnam. Los paisajes son calcados.

La sorpresa del día fue cuando a raíz de la visita de la provincial a Katueté surgió la posibilidad de volvernos con ella a Asunción y pasar allí hasta el domingo, conociendo la ciudad y algunos otros lugares como una villa, por ejemplo. Evidentemente tanto Elena como yo aprovechamos la ocasión y aquí estamos. El viaje ha estado muy bien. Nos ha cogido otra tormenta impresionante con un granizo bastante gordo, pero por lo demás han sido cuatro horas de charla y mate.


Os escribo desde Asunción, lugar donde en breve dormiré y completaré el ciclo de cuatro noches en cuatro lugares diferentes. Estaremos aquí hasta el domingo, día en el que volveremos a Katueté y allí estaré hasta el jueves. Ese día saldremos, Elena y yo, para Iguazú donde podré agarrar, previa visita a las cataratas, un omnibus que me llevará de vuelta a Buenos Aires, principio y final de mi viaje.
Las cataratas están a apenas dos horas de Katueté en coche, por lo que la visita es obligada.
Os muestro, por último, una foto de una construcción típica de esta zona del Paraguay (y del resto).

PD: Lourdes intentaré contestar a tus preguntas en otra entrada. Lo intentaré, porque hay muchas, pero buenas.
Saludos familia.