viernes, 31 de julio de 2009

Caminante no hay camino...

El tiempo pasa inexorablemente y mi viaje va pegando sus últimos coletazos. Os escribo desde Colonia de Sacramento, pocas horas después de haber salido de Dolores. Mi visita allá acabó con la certeza de que la tranquilidad se acababa. Al abandonar este pequeño pueblecito uruguayo me introduzco directamente en dos de las ciudades más grandes de latinoamérica, Montevideo y, posteriormente, Bs As.

En las últimas horas en Dolores continuamos con las actividades propias de allá, las cosas que os conté en la anterior entrada, así como con la preparación del viaje de las voluntarias a Cataratas de Iguazú. Todos salimos hoy en la mañana. Yo a las 7 y ellas a las 8 de la mañana. Cada en una dirección, direcciones contrarias. Ellas al norte para entrar en Argentina y recorrer unos 1200 Km. hasta llegar, y yo al sur, siguiendo ya con mis pequeños tramos de unos 300 Km. máximo. Se agradece, pues los viajes se me hacen ahora cortísimos.
Camino de Montevideo se encuentra Colonia de Sacramento, que es una pequeña ciudad pero que tiene un casco histórico patrimonio de la humanidad. Es un antiguo asentamiento español, que después pasó a ser portugués por el tratado de Utrech, y posteriormente pasó de nuevo a manos portuguesas. Se nota evidentemente la influencia de ambos en las edificaciones.

Aquí me he vuelto a encontrar de nuevo con turistas, desde que los dejé en La Paz (Bolivia) hace ya no sé cuantos días, unos pocos. Para mí, un mundo. Por un lado ha estado bien, por dar idea de que vamos llegando al final del camino, pero por otro va indicando la vuelta a casa, y dejar de ver cosas que veremos a ver hasta cuando no veré más.

Esta ciudad está muy cerca de Bs As en línea recta, pero está separada por el Río de La Plata. En este punto, aproximadamente se unen el Río de la Plata y el Río Uruguay, el cual yo venía bajando en su curso desde que entré en Uruguay. La unión de ambos da lugar a una de las desembocaduras más grandes del mundo, junto con la del Amazonas y el Nilo. El punto de máxima abertura tiene unos 200 km, impresionante. Uno al asomarse al río cree que está en el mar porque no se ve nada en el horizonte, sólo agua. Es por eso por lo que podemos encontrar estampas como la de la tercera foto. ¿A que parece una playa? Pues lo es, pero de un río. Imaginarse la cantidad de sedimentos que tiene que arrastrar esto. Así que los que piensen que yo todavía no tengo playa, disfrutad de esta foto y de la siguiente.

Me he organizado para estar acá unas seis horas, y poderlo conocer bien. También para conectarme una media horilla y escribiros estas palabras. A las 4 de la tarde sale de nuevo mi omnibus que me llevará en unas tres horas a Montevideo. Allá me esperan dos voluntarias y alguien muy especial a la que conocéis muchos de los blogeros. Sobre todo los compañeros del cole y los alumnos, porque ella trabajó y trabajará de nuevo con nosotros este año. ¿De quién hablamos??? Ahí lo dejo. En la siguiente entrada, para los que no sepáis quién es lo desvelaremos.
Un abrazo a todos y a los que os vais yendo de vacaciones os deseo lo mejor. Disfrutad, descansad y nos vemos pronto por Sevilla e inmediaciones.