viernes, 11 de julio de 2008

Va por vos...

Sólo quería acordarme de dos personas muy especiales y que sé que no están muy bien en estos momentos.
Un beso muy grande, Lourdes. Sólo espero que lo de tu tobillo quede en lo menos posible. Te entiendo perfectamente, y siento no estar ahí para pasearte por Sevilla cuando lo necesitaras, como tú hiciste conmigo.
Y un abrazo con mucho cariño para mi Concha. Estos momentos no son fáciles. Esperanza.

Qué alegría!!!!!

Como decía en mi anterior entrada no pude hasta el día de hoy entrar en internet y ponerme en contacto con vosotros. La razón principal es que aquí no se para. Desde que llegué no paré de laburar (trabajar). Afortunadamente he podido, en el poco tiempo que llevo aquí recorrer de nuevo la práctica totalidad de la villa. He visto a mucha gente conocida del año pasado. Ha sido muy entrañable. La villa sigue igual, nada cambia. Únicamente algo más de pobreza. La crisis a nivel mundial está afectando duramente a la Argentina, y los más pobres son los que más lo notan.
La anterior entrada se titulaba "LLegué a casa", y lo cierto es que no puedo sentir otra cosa que no sea esa. Me ha emocionado mucho la forma en la que me han recibido. (Luis, se acuerdan mucho de nosotros, dicen que dejamos huella. Y del asado ni te cuento). En la cena de anoche el padre Pepe se dirigió a todos hablando de mi vuelta y dijo estas palabras que me gustaron mucho: "Che, Dani, el gallego, prometió que volvería y lo ha hecho".
Recuerdo el año pasado que me costó adaptarme y tardé más de una semana en empezar a relacionarme como yo soy y como a mi me gusta. Este año ha sido muy diferente. Desde el primer momento me sentí a gusto y cómodo. El trato con la gente es exactamente igual que cuando nos fuimos hace once meses aproximadamente. Parece como si no hubiera pasado el tiempo. Ayer hablaba de eso mismo con Karina. Ella me decía que para ellos era al contrario. Les parece como si nos fuimos hace años.
Estoy muy contento, y me gustaría que con eso os quedárais todos aquellos que os preocupáis por mi. Este choque que te proporciona la villa me da la vida. Aquí me siento bien, muy bien. Quizá me gustaría dormir en mejores condiciones, ducharme en mejores condiciones y comer con más variedad, pero os aseguro que todo esto me importa un absoluto carajo en estos momentos. Aprovecho para empaparme de esta realidad que parece dura pero que te da mucho también. Te hace andar con los pies en el suelo. No desviar la mirada hacia otros intereses.
Siento no poder subir hoy ninguna imagen. Olvidé el cable de conexión al pc y no pude descargar las fotos que quería mostraros. Lo hiré haciendo en sucesivas entradas. Disculpas.
Muchos besos a todos y pensad que os tengo presentes.

Llegué a casa...

Tenía ganas de dirigirme a mi blog porque llegué por fin a Bs As, y desde entonces no tuve la oportunidad de entrar en internet e informaros de mi situación. El viaje fue muy largo. Tardé 26 horas desde que salí de mi casa en Sevilla hasta llegar a mi pieza (habitación, che!!!) de la parroquia de Caacupé en la Villa. Mi rodilla lo sufrió un poquillo (te lo dije, Dani...dirá más de uno) pero arrivé sano y salvo.
Lo malo fue llegar tan tarde, hora local. El avión aterrizó con una hora de retraso, con lo que tras la recogida de la mochila, que en esta ocasión llegó perfecta e intacta, y el traslado a la villa, me estaba acostando a las tres y media de la madrugada. Una paliza.
La primera anécdota ocurrió al intentar entrar en la villa cuando tres patrullas de la policía que estaban paradas en la periferia de la villa, creyeron otra cosa de nuestros movimientos e hicieron bajarse del auto al padre que me fue a recoger, pistola en mano. En ese momento me di cuenta de nuevo que volvía a la villa, tierra de nadie.