miércoles, 13 de agosto de 2008

Andando por Katueté

Comienzo contando mínimamente nuestro viaje de Asunción a Katueté. En primer lugar deciros que nos subimos sin billete al autobús, ya que llegamos sobre la hora. Todos los billetes estaban vendidos y el chofer nos hizo el favor de dejarnos subir, cobrándonos el viaje claro, pero yendo de pie. Como veis en la foto no éramos los únicos. Al ser los primeros que nos subimos sin billete pudimos irnos al final del bus donde podíamos alternar estar sentados en el suelo, de pie o en una estructura muy estrecha que nos permitía ir sentados pero en una posición un tanto incómoda. El viaje duró un total de seis horas. La última la pudimos hacer ya sentados cómodamente al irse bajando gente. Gracias a Dios. Nuestras columnas lo agradecieron.
La imagen muestra a una vendedora de chipa (pan paraguayo con queso). Durante el viaje se van subiendo vendedores de este tipo y van pasando con la mercancía como pueden entre las personas que viajan de pie.
Finalmente llegamos a Katueté sanos y salvos, y al día siguiente ya pudimos comenzar de nuevo la faena. Creo que ya lo he dicho pero en Katueté me siento en la gloria. Nunca viví en un lugar parecido. Ya os contaré en España una cosilla que se me está pasando por la cabeza respecto a este lugar. Si no fuera por muchas razones y personas... me quedaba.
El día a día en Katueté comienza temprano, concretamente a las seis de la mañana. Hay que tener en cuenta que los horarios aquí son diferentes debido a la salida del sol y al ocaso, y a las costumbres del país. Se desayuna muy temprano, como puede ser en España, pero se almuerza a las doce, doce y media de la mañana. Por lo que si algún día te levantas más temprano se juntan ambas comidas. Se cena sobre las siete ocho de la tarde.
Los horarios de apoyos escolares están condicionados, por tanto, a estas horas de comida. Yo me voy amoldando al trabajo que realiza Elena, la voluntaria aquí. Empezamos a las 7 de la mañana y acabamos a las once y media. En ese tiempo estamos con los niños que presentan más dificultades de los cursos inferiores del colegio. Hay que tener en cuenta que los apoyos, los refuerzos, las aulas de integración, etc...son ciencia ficción aquí. Pues ahí entramos nosotros.

Las fotos que veis son de casas que se encuentran en los alrededores del colegio. Son muy humildes pero, lo cierto, es que también encontramos casas bastante buenas. Katueté es un pueblecillo que se encuentra cerca de la frontera con Brasil. La separa el río Paraná. Posiblemente vayamos mañana a verlo, pero depende del tiempo. Al estar tan cerca de la frontera son muchos los brasileños que han emigrado hasta aquí para vivir en un lugar que al ser Paraguay es mucho más barato, donde pueden comprar tierras baratas para cultivar maíz o soja, y construirse viviendas mucho más baratas. Esta diferenciación se nota mucho. Te encuentras casas muy humildes de paraguayos con chalecillos interesantes de los brasileños. Es por ello por lo que aquí se hablan tres idiomas: español, guaraní y brasilero. Un cacao en algunos apoyos porque algunos niños no te entienden al hablar, si llevan poco tiempo aquí.

Por las tardes hacemos otro apoyo en un local social junto a una capilla que hay en un barrio de casas muy humildes (ver segunda foto) y a la que van entre quince y veinte niños de ese barrio. Son todos paraguayos y encantadores. Nobles, cariñosos. Muy educados y respetuosos. Qué gustazo de niños. El resto del tiempo del día lo dedicamos a conocer y pasear por Katueté. No es mucho porque también se hace muy pronto de noche, a las cinco de la tarde. Pero se aprovecha para disfrutar de cosas que allí en Sevilla son imposibles como ver estrellas y cielos espectaculares. Por fin pude ver con claridad la Cruz del Sur, que sólo se puede ver en el hemisferio sur. Tengo fotos pero no están muy claras, no son muy profesionales que digamos.
En esta última foto se aprecia la llegada de una tormenta. Aquí son habituales. Dicen que en Katueté se pueden dar las cuatro estaciones en un mismo día, y tanto, porque hoy ha hecho un calor de demonios, y fresquillo durante la lluvia. Esta tormenta nos cayó encima porque nos dio por dar un paseo por un lugar lejano y no conocido aún cayendo la lluvia. Llegamos empapados pero disfrutamos los dos como enanos.
Ya me quedan pocas horas en Katueté. El tiempo avanza rápidamente y sólo me queda el día de mañana aquí. El jueves saldremos a primera hora de la mañana para Itaipú. La presa más grande del mundo, hasta que los chinos acaben la suya, que creo que les queda poco. Al parecer es un lugar que merece la pena visitar, y además el año pasado Luis y yo lo dejamos en el tintero. Desde allí nos dirigiremos a Iguazú, donde veremos las cataratas desde el lado argentino y brasilero. Por casualidad vamos durante los cuatro días al mes en los que se pueden visitar las cataratas de noche debido a que hay luna llena. Dicen que es muy bonito. Lo veremos evidentemente. El sábado se acabará la historia y me dirigiré hacia Bs As, donde pasaré los dos últimos días y volveré a España. Para mí es como si hubiera pasado una eternidad. En algunos momentos me da mucha pena de irme. Algo se queda de mi aquí tras este viaje.
Espero ponerme en contacto con vosotros desde Iguazú, aunque sea algo cortito. Seguro que si.
Saludos blogeros. Y por cierto, buenas vacaciones a todos, que sé que ahora también os estáis moviendo muchos.